Era una práctica común distinguir entre griegos y ‘bárbaros’. ‘Bárbaro’, aunque un término despectivo, simplemente designaba a alguien que no hablaba griego, alguien que balbuceaba, que solo podía decir ‘barbar’. La distinción fundamental entre griegos y bárbaros no tenía nada que ver con la apariencia física, y mucho menos con algo tan superficial como el color de la piel.

Rattansi, A. (Ed.). (2007). Racism: A very short introduction. Oxford University Press.